Una endodoncia o tratamiento de conductos es el tratamiento dental al que comúnmente nos referimos como “matar el nervio del diente”.
Para saber en qué consiste en necesario conocer la anatomía dental. Como sabemos, los dientes no son estructuras compactas, sino que en su interior existe una cavidad que alberga el paquete vásculo – nervioso del diente mediante el cual llega irrigación e inervación al diente. A este conjunto se le denomina pulpa dental y gracias a él, el diente recibe estímulos como el frío, el calor, dolor…
La pulpa dental puede verse afectada por agresiones como caries profundas, traumatismos, desgastes profundos… pudiendo dar lugar a una infección o inflamación de la pulpa o incluso a una necrosis dando lugar a un daño irreversible de la misma. Es en este caso en el que está indicada la endodoncia, mediante la cual retiramos el tejido dañado, desinfectar los conductos y sellarlos con un material biocompatible para que no se vuelva a contaminar.
Es un tratamiento laborioso pero relativamente sencillo, tras la anestesia local podríamos dividirlo en 3 pasos:
– Acceso: se realiza una cavidad en el diente que da acceso a la pulpa.
– Instrumentación: eliminación de la pulpa y desinfección.
– Sellado: sellado de los conductos con un material biocompatible, el más común es la gutapercha.
Los síntomas de una inflamación o infección pulpar son muy variables dependiendo si se trata de un procesa agudo o crónico. El síntoma más habitual es el dolor.
En caso de que se trate de una pulpitis irreversible de evolución aguda, el dolor será intenso, continuo o intermitente. Se puede producir espontanemente o tras un estímulo y permanecerá una vez haya cesado el estímulo. Si se tratase de un daño reversible, el dolor desaparecería al cesar el estímulo.
Si se trata de un proceso de evolución crónica, puede darse el caso de que no se presente síntoma alguno, no habrá respuesta dolorosa ni a ningún estímulo. Puede tratarse de una necrosis pulpar y será necesario realizar la endodoncia ya que podría desencadenar una infección.
Una vez realizado el tratamiento, podemos notar un cambio en la coloración del diente debido a la deshidratación que se produce, ya que al retirar la pulpa del diente, estamos eliminando también la irrigación del diente.
Por otra parte debemos tener en cuenta que el diente endodonciado es ligeramente más frágil, ya que, en muchos casos la endodoncia se hace necesaria por una gran caries o fractura dental, lo que conlleva una reducción de la estructura dental y además, el propio proceso de la endodoncia viene acompañado de una eliminación de estructura dental en la fase de acceso e instrumentación.
Es habitual que en los días posteriores al tratamiento, se sientan ciertas molestias, pudiendo ser necesario algún tratamiento antinflamatorio que será indicado por su odontólogo.
Las pautas de cuidado diario para el diente endodonciado son las misma que para un diente vital, tres cepillados diarios y el uso de hilo dental o cepillos interdentales, mantendrán nuestra boca en un buen estado.