La enfermedad periodontal, también conocida como periodontitis o piorrea, supone un problema para la Salud Pública importante ya que afecta a un 60-70% de los pacientes mayores de 40 años. Es una enfermedad infecciosa que destruye los tejidos de soporte de los dientes, el hueso y el ligamento periodonal, que son los encargados de mantener el diente fijo en su posición. Las bacterias que provocan la enfermedad periodontal van destruyendo paulatinamente el hueso y el ligamento periodontal, por lo que la cantidad de hueso que abraza a la raíz del diente es cada vez menor y la consecuencia final es la pérdida dentaria. Estas bacterias que provocan la enfermedad periodontal se encuentran tanto en el sarro como en la placa bacteriana, por lo que es de vital importancia mantener la boca sin sarro ni placa de cara a prevenir la enfermedad y/o a tratarla.
El primer signo que nos debe alertar es el sangrado de las encías. El sangrado nos indica que existe un proceso inflamatorio, que no quiere decir que exista una enfermedad periodontal, pero sí nos debe alertar de que está pasando algo que no es normal. Ese sangrado puede deberse a una gingivitis (es decir, la simple inflamación de las encías, sin que exista afectación alguna de los tejidos de soporte del diente), pero en muchos casos es el primer signo de la enfermedad periodontal. Digamos que el primer síntoma de la enfermedad periodontal es una gingivitis pero no todas las gingivitis van a desarrollar un problema periodontal. Aquí entran en juego otros factores como la predisposición genética de cada individuo, hábitos como en consumo de tabaco, higiene oral, etc. Aquellas personas con antecedentes familiares de enfermedad periodontal, consumidoras de tabaco, con mala higiene, tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad.
Es una enfermedad crónica, en principio asintomática (es decir que no duele) salvo casos de infecciones agudas puntuales que sí pueden producir dolor. La evolución en la mayoría de los casos es lenta aunque existe una variable de la enfermedad que progresa muy rápidamente. El problema va avanzando poco a poco y si no se le pone tratamiento, el paciente observará como poco a poco se le van retrayendo las encías, le da la impresión de que los dientes cada vez son más largos (las encías se retraen y comenzamos a ver las raíces de los dientes, por ello parece que fueran más largos), comienza a notar una pequeña movilidad que con el paso del tiempo va a ir en aumento hasta que acabe perdiendo los dientes, las encías sangran tanto con el cepillado como de forma espontánea, el paciente sufre halitosis…
El tratamiento consiste en eliminar el sarro y la placa bacteriana (que es donde se encuentran las bacterias que producen la enfermedad). La placa la eliminamos en casa con el cepillado diario y el sarro se elimina en el dentista mediante limpiezas.
La enfermedad periodontal es una enfermedad crónica, por lo tanto no la vamos a poder erradicar y tendremos que convivir con ella. Pero pese a que no se puede curar, sí se puede detener el avance de la pérdida de hueso, por lo tanto detener la enfermedad. De todas formas es importante saber que aunque detengamos el avance de la enfermedad, no vamos a recuperar el volumen de hueso perdido.
Para frenar el avance hay que eliminar completamente el sarro que se encuentra adherido a las raíces de los dientes. Para eliminar este sarro las limpiezas convencionales suelen no ser suficientes porque no nos permiten eliminar totalmente el sarro de las raíces, por lo que en estos casos haremos limpiezas más profundas con anestesia. Casos en los que la enfermedad esté más avanzada recurriremos a técnicas quirúrgicas para eliminar ese sarro radicular.
De esta manera conseguiremos detener la enfermedad, siempre y cuando contemos con la colaboración del paciente. La enfermedad periodontal requiere mantener unos niveles de higiene oral óptimos en casa. El paciente debe comprometerse a mantener esa buena higiene y acudir periódicamente al dentista a revisiones y limpiezas.