La caries es una enfermedad infecciosa, es decir, está provocada por bacterias. Casi todo el mundo tiene o ha tenido alguna a lo largo de su vida. Es la enfermedad infecciosa más frecuente después del catarro común y la primera causa de pérdida de dientes en niños y adultos jóvenes.
Aunque casi todo el mundo sabe qué es una caries, mucha gente desconoce por qué se producen. Como decíamos antes, está provocada por ciertas bacterias presentes en la boca que aprovechando los azúcares que ingerimos con la dieta provocan unos ácidos que actúan sobre la superficie del diente y con el paso del tiempo la destruyen formándose una caries.
Aunque hay factores de riesgo sobre los que podemos actuar, no todo el mundo es igual de susceptible a padecerlas. Hay factores que vienen determinados por la genética y que no podemos modificar. Uno de ellos es la calidad del esmalte de cada persona. El diente está formado por varios tejidos, varias capas, y el esmalte es la más superficial. En condiciones normales, el esmalte es un tejido tremendamente duro, pero en algún paciente esto no es así, por lo que va a ser más propenso a formar caries. Otro factor a tener en cuenta es la cantidad y la composición de la saliva. La saliva ejerce una función de auto limpieza por eso personas polimedicadas con boca seca tienen mayor riesgo.
La prevención va a ir encaminada en función del riesgo que tenga cada paciente. No es lo mismo alguien que no tiene caries y que prácticamente no ha tenido ninguna, que un paciente que llega con la boca ya muy reconstruída y que siguen apareciendo caries nuevas. En estos casos hay que extremar las medidas preventivas, no sólo con la higiene sino también con el control de dieta y con algún suplemento de flúor. Empezando por la higiene, es fundamental cepillarse los dientes después de cada comida, sobre todo antes de irnos a dormir. Durante las horas de sueño disminuye la producción de saliva, por lo tanto si no nos cepillamos correctamente, los restos de alimentos van a estar muchas horas en contacto con los dientes. También es fundamental ayudarnos de algún método para poder limpiar entre diente y diente, como el hilo dental o cepillos interproximales si tenemos un espacio mayor, ya que el cepillo normal no llega a todas las zonas. En cuanto al control de dieta, es tan importante la cantidad de azúcares que consumimos como la frecuencia con la que lo hacemos. Por eso en pacientes con una boca cariogénica, recomendamos limitar el consumo de dulces y hacerlo después de una comida importante ya que es más probable que se cepille los dientes que si el consumo se hace entre horas. En estos pacientes recomendamos pastas de dientes con alto contenido en flúor, y hacer fluorizaciones en clínica cada cierto tiempo para fortalecer el esmalte y hacerlo más resistente a las caries. Un pilar fundamental de la prevención es acudir periódicamente a revisiones, ya que hay caries que por su localización son imposibles de detectar por el paciente y que sólo puede sospechar que las tiene cuando ya están avanzadas y empiezan a ocasionar molestias.
Una vez que tenemos una caries, el tratamiento va a depender de lo avanzada que esté. Hay caries incipientes que simplemente controlamos en revisiones periódicas y que pueden estar detenidas durante mucho tiempo. Una vez que una caries es más grande, lo mejor es tratarla cuanto antes, ya que el tratamiento va a ser más sencillo, más económico y el pronóstico del diente a largo plazo va a ser mucho mejor que si está muy destruído. Estamos hablando de un problema que afecta a la inmensa mayoría de la población y que detectadas a tiempo el tratamiento es muy sencillo, mientras que si nos descuidamos y las dejamos avanzar pueden llevarnos a perder algún diente.